jueves, 1 de mayo de 2008

Sala de prensa

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Andrés Rubio (El País Semanal)

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Este documental español está ubicado en una zona de conflicto, aunque todo parece resuelto por el alcalde gay Francisco Maroto, que creó un edén de la diversidad en medio de un pueblo católico montañés de 50 habitantes. Tras la ley española de casamiento, que amplió los derechos a personas LGTB, muchos alcaldes se opusieron a implementarla y Maroto se convirtió en el ejemplo de la resistencia. Así, Campillo es un pueblo chico y un paraíso grande: un exitoso registro civil de la diversidad sexual. Y Maroto, con su historia de vida, invierte ese relato del gay de pueblo chico que tiene que ir a buscar la libertad al anonimato de las grandes ciudades. Película activista inteligente basada en el carisma de este alcalde, un hombre joven con una sencillez tan confortable que no faltará quien se desespere por ir a casarse a Campillo, ¡pero con él!

Diego Trerotola (diario Página 12)

>>> english>>> Even as it seems that peace has been achieved by Francisco Maroto, gay mayor who created an Eden of diversity in the middle of a catholic mountain town, Campillo de Ranas, population 50, this Spanish documentary takes place in a battle zone. Following approval of the Spanish marriage law which broadened the rights of GLTB people, the law was hit head on with opposition by many mayors who refused to implement it. Maroto became an example of resistance to this opposition. So, Campillo is a small town and a big paradise: an incredibly successful civil registry of sexually diversity. Maroto puts a spin on the tale—through his own life story—of the gay from a small town who must go and find freedom in the anonymity of the big city. An intelligent activist film based on this charismatic mayor, a young man whose naturalness is so comforting that it will inevitably drive some mad to go get married in Campillo, to him!

Diego Trerotola (published in the newspaper Página 12)

Comentarios publicados en la prensa argentina tras la proyección de Campillo sí, quiero en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI).

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“Yo caso”, se plantó corajudo Francisco Maroto, alcalde del pueblo español Campillo de Ranas, cuando otros intendentes (de derecha) se negaron a aplicar la ley de matrimonio homosexual, aprobada en ese país en junio de 2005. Y a partir de su decisión, esa localidad rural de 50 habitantes permanentes se convirtió en el pueblo de las bodas. “Campillo sí, quiero”, el documental dirigido por Andrés Rubio, exhibido esta semana en el Bafici (Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires), cuenta la historia de este pequeño rincón de Guadalajara, a 125 kilómetros de Madrid, al que llegan gays y lesbianas de todo el mundo a intercambiar alianzas, pulseras y confites. Ceremonias con dos ramos de novia y diálogos hilarantes (-Yo soy amiga del novio; -¿De cuál?), sazonan el relato, que incluye escenas dignas de una peli de Almodóvar (y si no tienten el diálogo entre las dos viejas vecinas), para testimoniar un modelo de convivencia basado en “una estrategia nupcial de desarrollo rural” (Rubio dixit).

Raquel Garzón (revista cultural Ñ, del diario Clarín)

>>> english>>> “I do,” pledged Francisco Maroto, mayor of the Spanish town Campillo de Ranas, courageously, when other mayors (rightists) refused to apply the law of gay marriage, approved in June 2005. And, based on that decision this rural town, population 50, has turned into the wedding town. “Campillo sí, quiero”, a documentary directed by Andrés Rubio, showcased this week at BAFICI (Buenos Aires International Independent Film Festival) tells the story of this small corner of Guadalajara, 125 kilometers outside Madrid, where gays and lesbians from all over the world come to exchange rings, bracelets and confetti. Ceremonies with two bride’s bouquets and hilarious dialogues (“I’m a friend of the groom...”; “Which one?”) season this tale, which include scenes worthy of an Almodóvar film (take, for example, the conversation between two old neighbor ladies if you’re not convinced), that acts as witness to a model of mutual coexistence based on “a nuptial strategy for rural development” (Rubio’s words).

Raquel Garzón (published in Ñ, the cultural magazine from the daily newspaper Clarín)

Comentarios publicados en la prensa argentina tras la proyección de Campillo sí, quiero en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI).

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FRANCISCO MAROTO

El alcalde de Campillo de Ranas aparece en la revista "Time"

La edición para EE.UU. de esta publicación hace un reportaje sobre las bodas gays en Campillo


Francisco Maroto, alcalde de Campillo de Ranas, ha sido objeto de un reportaje de la edición para Estados Unidos de la revista "Time" publicado esta semana. La prestigiosa publicación norteamericana resalta especialmente el hecho de que un pueblo de apenas doscientos habitantes haya registrado tantas bodas entre homosexuales. "Time" publica una foto de Maroto en la que aparece con el bastón de mando y califica a Campillo como "una suerte de Las Vegas ibérica de casas de piedra y tejados de pizarra".

Primero apareció en la prensa local, luego en "El País" y ahora ha llegado su despegue internacional. El primer edil de Campillo, Francisco Maroto, aparece en el último número de la revista "Time" por la cantidad de bodas gays que ha oficiado desde que se legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. El reportaje está disponible en la edición digital de "Time". En el texto, que no menciona la palabra Guadalajara en ningún momento, se incide en "la estrategia nupcial que ha ideado el alcalde de Campillo, un pueblo de 210 habitantes a 125 kilómetros al noreste de Madrid, para frenar el éxodo rural". Según la presitigiosa revista, "el alcalde de Campillo decidió promover las bodas y en tres años ha casado casi a tantos "forasteros" que acuden allí como gente tiene el pueblo: 78 parejas, de ellas 23 homosexuales".

De manera sorprendente, Campillo de Ranas aparece definido en Time como una "suerte de Las Vegas ibérica de casas de piedra y tejados de pizarra". La autora del reportaje, Lysa Abend, agrega: "la industria de las bodas ha sido el revulsivo que Maroto esperaba, generando negocio en las casas rurales y los restaurantes de la zona y atrayendo a parejas jóvenes -gays y heterosexuales- deseosas de instalarse fuera de la ciudad".

La comparativa entre la despoblación y el alto número de bodas es el eje central del artículo: "oficiando bodas gays y heterosexuales, el alcalde cree que puede salvar a su pueblo. Hasta fecha reciente, Campillo necesitaba esa ayuda, ya que la caída de la población rural en España llevaba a éste y a otros muchos pueblos pequeños a la desesperación económica. Cuando la ley de matrimonio gay fue aprobada, Maroto vio ahí una oportunidad".

En sus declaraciones a la revista, el alcalde de Campillo de Ranas, que aparece fotografiado en una casa de pizarra ante la que se lee la pintada "Viva Campillo", explica que a muchas parejas no les gusta la atmósfera fría de un juzgado para casarse, y que en su pueblo "saben que va a ser personal".

"El reportaje reconoce nuestro esfuerzo"

El artículo de Time coincide con el lanzamiento internacional de un documental titulado "Campillo sí, quiero", que, dirigido por el periodista Andrés Rubio y con las bodas civiles como tema, fue estrenado el pasado 28 de septiembre en el Festival Internacional de Cine de Reikjavik, en Islandia. En declaraciones a este diario, Francisco Maroto explica que el reportaje aparecido en Time surge a raíz de este festival. "Estoy satisfecho, en líneas generales, del artículo porque reconoce el esfuerzo que llevamos realizando desde hace años en Campillo para atraer a la gente", declara. "Además, este es un tema, las bodas, para hacer feliz a la gente y está claro que hay mucha gente que prefiere venir a un pueblo precioso como el nuestro a un entorno más urbano". El alcalde de Campillo, que califica de "comparación típica de los americanos" el hecho de que se ponga en un mismo plano a Las Vegas y Campillo, afirma que "las bodas civiles es una manera de atraer población y también turismo. Antes no venía nadie. Ahora nos sobra gente en los puentes y en fines de semana. Si a una boda vienen cien invitados, pues son gente que conoce el pueblo y se queda con ganas para volver".

Acostumbrado a la prensa

Tiene 43 años y abandonó Madrid para vivir en este municipio asentado al pie del Ocejón. Francisco Maroto es alcalde de Campillo desde hace cuatro años y el pasado 27 de mayo fue reelegido. Desde que hizo pública su condición de homosexual, está acostumbrado a la prensa. Asegura estar "contento" por el trato que recibe, salvo en algunos casos, puntualiza, "porque este el tema de las bodas gays se presta a demagogia". Desde que llegó a la alcaldía, ha conseguido revitalizar el pueblo, abrir la escuela, aumentar la población y dar a conocer un lugar necesitado de promoción.

Nueva Alcarria, 22.10.07. Raúl Conde.

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Local wags in Campillo de Ranas, a tiny village 78 miles (125 km) northeast of Madrid, like to say their mayor is in a race with the town priest to see who can marry more people. But in truth, Francisco Maroto, 43, has already beaten the cleric. In the past three years, he has married 78 couples, most of whom don't figure among the 210 residents. Of course, he has an advantage: thanks to Spain's 2005 law legalizing gay marriage, Maroto has a larger pool of candidates from which to draw. He also has a powerful motivation. Officiating at both gay and straight weddings, he believes, may save his town.

Until recently, Campillo badly needed saving, with Spain's falling rural population pushing it and many other small towns to economic despair. When the gay-marriage law was passed, Maroto saw an opportunity, deciding to turn his community into a sort of Iberian Las Vegas, albeit one with stacked-stone houses and black slate roofs.

"Some mayors were saying they wouldn't marry gays. I said I would," Maroto recounts. When Campillo's justice of the peace resigned in protest, Maroto, who took advantage of Spain's new law in 2005, turned the post over to his husband.

It's not just gay couples who have been drawn to Campillo. Of Maroto's 78 weddings, 55 have been between straight partners. "Couples don't want the cold atmosphere of a courthouse. Here, they know it will be personal," the mayor says. That it is: at a wedding with a Lord of the Rings theme, the mayor dressed as Gandalf.

The wedding industry has been just the tonic Maroto had hoped it would be, bringing new business to the town's inns and restaurants and making the area attractive to young couples—gay and straight—looking to settle away from the city. Last year Campillo had enough children to reopen its school, which had closed 30 years earlier. This year it got cell-phone coverage for the first time. Company towns may rise and fall with the fortunes of their main industry, but as long as there are weddings, there will be Campillo.

Artículo sobre Campillo de Ranas y su alcalde, Francisco Maroto, publicado en la Revista Time el 22 de octubre de 2007

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Artículo de Elizabeth Nash publicado en el diario británico The Independent con el título: “Cómo un alcalde gay español revitalizó su pueblo”. Nash cuenta que Fracisco Maroto, el alcalde de Campillo de Ranas, logró detener el fenómeno de la despoblación rural “promoviendo su pueblo como escenario de bodas, especialmente bodas gays”.

How a gay Spanish mayor brought life back to his village

By Elizabeth Nash in Campillo de Ranas
Thursday, 3 July 2008

As you push aside the foliage and descend the stone steps to Francisco Maroto's house, a small rainbow-striped sticker by the door signals the revolution achieved in this tiny village north-east of Madrid.

From the Spanish capital, you drive 78 miles across parched meseta and reach a verdant valley overshadowed by the Ocejon mountain, where slate-roofed houses dot the hillsides around Campillo de Ranas. Some are new, others restored, but they exude a prosperity rare among villages hereabouts, most of which are dying.

Mr Maroto, 44, Campillo's Socialist mayor, has bucked the trend of rural depopulation by promoting his village as a venue for weddings, particularly gay weddings.

Three years ago this week, Spain's Socialist government passed a same-sex marriage law giving gay couples the same legal rights as heterosexuals. The ground-breaking measure broke the stereotype of Spain as a macho, Catholic nation. Since then 5,243 gay marriages have taken place in Spain, 3,675 between men and 1,568 between women. That's more than 33 gay marriages a week, quite an advance for a country where 30 years ago homosexuals faced jail.

Before 2005 no one had married in Campillo de Ranas for 35 years. Since 2005 Mr Maroto has conducted more than 100 weddings, 32 of them gay.

"At first my idea was to offer people the chance to get away from priests, and marry in beautiful, rural surroundings in a warm, civil ceremony.

"Then, when same-sex marriage became legal, many mayors refused to carry out homosexual weddings, but I said 'I am gay and I'll promote gay weddings on principle'," he says.

That political gesture grew into a development opportunity as Campillo's fame spread as a venue for original and relaxed, even outrageous, weddings. Mr Maroto has presided over a medieval-costumed wedding and a Lord of the Rings-themed wedding (dressed as Gandalf).

Mr Maroto is not at home, but gladhanding runners in a half-marathon in the Ocejon foothills. Locals from seven hamlets in the municipality of Campillo (population 250) down beer and chorizo from trestles after a yomp across the hills.

"This village was seriously ill, dying, but now people are coming to live here," says Fernando Barbero, 58, a hillclimber and trade unionist. "It's changed a lot. It used to be elitist, the local strongman decided everything. Now it's more consensual. I completely approve our option for gay weddings. Even conservatives accept it as something normal, and a way to bring life back to the village."

Juana Hombrados, 82, a lifelong shepherd, beams as she joins her fitter neighbours. "Gay people have as much right to set up home and be happy as everyone else," she says. "I only became aware of homosexuals when my daughter Pilar started working for a fashion designer. Then I got to know Paco [Francisco Maroto] because he has sheep, and we coincided on the hillside."

Mrs Hombrados's daughter Pilar Peinado is deputy mayor, and conducted the wedding last month of Mr Maroto and his partner of 14 years, Quique Rodriguez.

Mr Maroto says: "I realised this could be a way to develop the village. Restaurants created wedding feasts for 200 guests. Guest houses booked out," he says. He has re-roofed Campillo's church, re-opened the school after 30 years, and introduced mobile phone coverage. Weddings have saved his village.

Elizabeth Nash (publicado en The Independent, 3 de Julio de 2008)

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Un estupendo artículo publicado a toda página en el diario Libération, escrito por la periodista Charlotte Rotman (coautora de un reciente libro de gran éxito en Francia sobre mayo del 68).

En la foto, Charlotte Rotman durante la entrevista al alcalde de Campillo de Ranas, Francisco Maroto, junto al también periodista de la agencia France Presse Romain Raynaldy.

Las Vegas gay au cœur de la Castille
Union. Le maire d’un village célèbre de nombreux mariages homosexuels.
Envoyée spéciale à Campillo de Ranas CHARLOTTE ROTMAN

C’est un maire très accueillant. Bronzé, en chemise à rayures et jean sage, cheveux légèrement gominés, Francisco Maroto est arrêté en pleine rue. Un discret bracelet arc-en-ciel, aux couleurs fétiches de la communauté gay, dépasse de sa manche. Il semble complètement absorbé par une discussion avec deux voisines sur une possible implantation de glycines. Ce genre de conciliabule fait partie des attributions dont il s’acquitte avec sérieux et bonne humeur. Mais à Campillo de Ranas (210 inscrits sur les listes électorales), à 120 km au nord-est de Madrid, ce qu’il préfère, c’est célébrer des mariages. Depuis la légalisation en juillet 2005 par Zapatero du matrimonio pour les couples de même sexe, incluant la possibilité d’adopter, Francisco Maroto, lui-même ouvertement gay, a uni une trentaine de couples homosexuels. La veille, il a marié deux femmes. Une quinzaine d’autres cérémonies sont déjà programmées cette année.

Austère. Francisco Maroto a fait de son village un mini Las Vegas, perdu en pleine campagne. Ici tout le monde l’appelle Paco. A 44 ans, cet apiculteur socialiste en est à son deuxième mandat. Son petit ami, avec qui il vit depuis quatorze ans, travaille dans l’un des restaurants du bourg et fait souvent le disc-jockey des noces gays. Francisco Maroto a connu l’Espagne de la transition, celle «des résidus du franquisme» quand l’homosexualité était réprimée. En 1984, il est l’un des cofondateurs du Front de libération des gays et lesbiennes de Madrid. «On n’était absolument pas visibles à l’époque», se souvient-il. Lassé de la grande ville, il part ensuite vivre en communauté, ici, dans cette vallée belle mais austère où les arbres sont si sombres qu’on les croit calcinés, et les maisons bâties en pierre noire. En arrivant dans un milieu rural, pas vraiment gagné par la Movida, il ne cache pas son homosexualité. «Je n’ai pas été exhibitionniste, mais en tant que militant gay, je n’allais pas quitter Madrid pour venir m’enfermer dans un placard.» Aujourd’hui, on compte une quinzene de couples, installés dans la commune.

Larmes. En 2005, après le vote de la loi socialiste (qui stipule que «le mariage aura les mêmes effets que les deux conjoints soient ou non de sexe opposé»), certains maires ont dit publiquement qu’ils refuseraient d’appliquer ce texte, considéré par les catholiques comme un «attentat à la famille». Paco a fait l’inverse : pour lui, le mariage homo demeure un «acte militant». «C’est plus facile d’être l’un de Leon, l’autre de Séville, et de se tenir la main dans les rues de Chueca [le quartier gay de Madrid], où personne ne vous connaît. Mais quand ils se marient, les gays font une déclaration publique. C’est trop masochiste alors de se faire marier par un maire en désaccord avec la loi.» Lui, garantit «un sourire jusqu’aux oreilles» le jour de la cérémonie.

Les deux premiers candidats à taper à la porte de sa mairie étaient des militants gays madrilènes. «L’hôtel de ville était plein. Des habitants étaient venus m’aider au cas où la droite locale aurait voulu venir en découdre.» Il ne s’est rien passé. Sinon quelques larmes de joie. Depuis, le village voit défiler les fiancé(e)s. «Les gens ne se disent pas : c’est un mariage homo ou c’est un mariage hétéro. C’est un mariage voilà tout», s’enthousiasme l’édile. Les époux viennent des Canaries, de Valence, des Asturies, de Madrid, avec des partenaires parfois écossais ou américains. Avec leurs enfants quand ils en ont. «Une fois, l’une des femmes, notaire, avait choisi comme témoins sa fille et son ancien mari», se rejouit Francisco Maroto. La veille, l’une des épouses était enceinte de sept mois. «Ses parents, vraiment de droite, sont venus me voir et m’ont dit qu’ils allaient voter pour la première fois à gauche parce que cette loi avait rendu leur fille heureuse», prétend même le maire, emballé. «Ces mariages ne posent aucun problème, il y a peut-être quelques préjugés encore, mais moi, je ne les entends pas», confirme Maribel Jimenez. La veille, son restaurant où l’on déguste de délicieux cabris, a accueilli la fête de deux lesbiennes. Comme d’autres commerçants, elle profite de ce tourisme d’un genre nouveau. Plusieurs maisons d’hôtes se sont ouvertes dans la vallée, pour accueillir les noceurs.

Jorge (installateur de chambres frigorifiques) et David (maquilleur) habitent depuis six ans dans une grande maison à deux étages de la commune. «La première année a été un peu difficile, confie Jorge, mais les gens se sont habitués à nous.» Aujourd’hui Jorge est adjoint au maire et va célébrer son premier mariage (gay) la semaine prochaine. David, lui, qui aime s’habiller en femme, fait parfois des shows. Il chante Piaf et Céline Dion. «Ici, les gens adorent.» «La loi de Zapatero a beaucoup aidé, ajoute Jorge. Aujourd’hui, l’homosexualité est acceptable et acceptée.» Dans les sondages 65 % des Espagnols (78 % des jeunes) approuvent le mariage gay, malgré l’effroi dans l’épiscopat.

Francisco Maroto, lui, ne comprend pas le retard des pays comme la France et l’Italie «qui résistent». Mais il n’est pas franchement inquiet des virulentes attaques de la droite, lors de la campagne électorale. Près de 10 000 mariages de personne de même sexe ont été célébrés selon les socialistes. «S’ils veulent remettre en cause cette avancée, il faudra nous affronter, et nos familles, et les politiques avec.» Paco porte une alliance dorée au doigt. Il a prévu de se marier le 14 juin. A Campillo de Ranas, évidemment.

Charlotte Rotman (publicado en Libération, 5 de marzo de 2008)

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